Si bien dicen que la primera impresión es la que cuenta, mantenerla resulta un proceso igual de importante y exigente.
En una primera impresión, la imagen se forma a través de la percepción, el cerebro de un ser humano tarda alrededor de 6 segundos para generar una impresión y la decodificación entre 5 y 12 segundos en registrarse en la memoria, que constituye el primer estímulo visual que construye una imagen pública.
Habiendo tomado la decisión de construir y mantener una exitosa y adecuada imagen pública, el proceso implica la definición de los públicos objetivo o los públicos de interés para el desempeño del puesto actual, la estimulación y manejo de las percepciones, el reconocimiento de la identidad y la definición de contextos en un tiempo determinado, con el objetivo de lograr una relación de beneficio mutuo.
Esta relación de beneficio mutuo parte de la confianza y credibilidad que se genera entre ambas partes, lo cual en situaciones de conveniencia, permite que las negociaciones se vuelven más claras.
Para las relaciones públicas, el manejo consciente de la imagen pública trae consigo también una ganancia doble, beneficia tanto a la figura pública como a la organización a la que pertenece.
A nivel organizacional, las principales ventajas constituyen la percepción de una mejora en la calidad del servicio que se ofrece, un óptimo clima organizacional que conlleva mejores relaciones con el personal y en consecuencia eleva el sentido de pertenencia e incrementa el orgullo organizacional, refuerza el sentido de dirección y contribuye a fomentar una reputación favorable.
A nivel personal, una imagen pública bien lograda permite incrementar la seguridad de la persona, ayuda a identificar fortalezas y áreas de oportunidad así como debilidades y puntos a mejorar, ofrece herramientas y medios para mejorar su proyección, se hace consciente la actitud profesional y mejora las relaciones tanto profesionales como interpersonales.
Es importante no olvidar que la imagen pública siempre estará condicionada a un contexto determinado y al momento especifico en que se proyecta.
Así como cada país se distingue de otros por sus rasgos culturales, el nivel de conocimiento, costumbres y protocolos, de igual forma, el público al que nos dirigimos al proyectar una imagen pública comparte significados provenientes de sus creencias y valores, aquí la semiótica nos permite encontrar los conceptos que se deben comunicar a través de los tres elementos básicos de simbolización: el cuerpo, el habla y las acciones, de los que hablaré en el siguiente post.