En un mercado altamente competido, en el que abundan las marcas para un mismo producto o servicio, lograr la diferenciación para seducir a más clientes se vuelve más complicado pero también de vital importancia para conseguir el éxito de nuestro negocio.
Para encontrar la diferenciación, lo primero que tenemos que hacer es entender que cuando vendemos un producto o servicio, arropado con la imagen de una marca, lo que estamos vendiendo no son bienes materiales ni el beneficio directo del servicio , lo que estamos vendiendo son significados, lo que nuestro producto, marca o servicio significa para las personas que nos compran.
Cuando un padre de familia compra una casa, no está comprando un simple edificio, ni una fachada bonita, no está comprando las paredes y el techo, los significados que busca encontrar en la casa son los de seguridad, protección, familia y pertenencia.
Las personas compran cuando identifican en nuestra marca, aquello que valoren y les es significativo. Las cosas son lo que las personas creen de ellas, no lo que en realidad son.
Un diamante no una piedra preciosa, brillante y cristalina, ante los ojos de una mujer significa compromiso, status y también amor.
No es algo que alguien le haya dicho las mujeres que significa, es algo que se percibe, se interpreta y con lo que se genera una emoción. Los significados dependen en gran medida de la cultura en la que hemos construido nuestra propia identidad, pero también de las necesidades biológicas que nuestro cerebro interpreta como de sobrevivencia.
Y aquí es donde la semiótica se encuentra con la neurociencia y nos permite descifrar cómo es que el cerebro percibe los signos o símbolos de nuestras marcas y les da un significado.